Exposición “El Sabinar 0611”

Exposición itinerante 2012

En un lugar de Murcia, de cuyo nombre empiezo a acordarme, no ha mucho tiempo que llegó un fotógrafo guiri con su cámara.

Desde el año 2006, este fotógrafo de los Países Bajos retrata la vida, la cultura y el ambiente natural de la pedanía de El Sabinar, en Moratalla. Esta exposición muestra una pequeña selección de la amplia colección de fotos que él ha captado durante los últimos seis años.

Exposición El Sabinar 0611Ordenada a partir de las cuatro estaciones, se puede observar cómo parece que el tiempo se ha detenido en esta pequeña población, así como que sigue viva una cultura y una forma de vida que para muchos son sólo recuerdos de su infancia.

Esta zona, políticamente olvidada y tecnológicamente atrasada, es, sin embargo, un pequeña oasis de paz y tradición, donde la calidad de vida no tiene nada que envidiar al resto de la Región.

El Sabinar, tierra de pequeños agricultores y ganaderos, tiene un ritmo de vida muy especial. A los casi mil doscientos metros sobre el nivel de mar el clima es más parecido al holandés que al típicamente murciano.

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Como suelen contar sus vecinos más mayores, hay un invierno de once meses y sólo en julio hace calor. Ahí es donde nace el río Alhárabe en un paraje montañoso, con su flora y fauna singulares, un paisaje lleno de sabinas y donde rebaños de ovejas dirigidos por sus pastores revitalizan los suelos agrícolas.

El ritmo de vida se ve interrumpido a finales de agosto por las fiestas del patrón San Bartolomé y de la Virgen de la Rogativa que los Sabinareños llevan sobre sus hombros pasando por las calles y caminos de su parroquia.

Por la tarden sueltan las vaquillas y se divierten esquivando las cornadas, ingiriendo cantidades sustanciales de bebidas alcohólicas y, ‘gracias’ a los más jóvenes, bajo la constante música de un rock duro muy local.

Llega la época de recolectar las cosechas y prepararse para aguantar la larga época invernal. Primero empiezan con la conserva de hortalizas, como el tomate de pera. Es un trabajo en equipo de mujeres, donde las vecinas van de casa en casa para ayudar a cada familia para rellenar sus despensas de conservas en tarros de cristal.

Es un ejemplo también de una vida de reciclaje de recipientes -sin pensar en el impacto ambiental- por el hecho de ser austeros y la necesidad de ahorrar. Más adelante, la preparación de embutidos. Empezando con la matanza del marrano, en la que se demuestra mucha maestría, y terminando en una gran fiesta, en un momento de abundancia.

Después, la elaboración artesanal de ‘delicadezas’ como el buche, el lomo, el chorizo y, por supuesto, el jamón curado en sal y luego expuesto al helor de las cámaras naturales de las casas.

Exposición Archivo RegionalPronto se verá los primeros copos de nieve. Es la hora de encender la estufa y los hornos de leña para calentar el cuerpo y preparar los dulces de Navidad. No es raro que el pueblo se quede incomunicado durante días, sin teléfono móvil y hasta sin electricidad. Todo por culpa de una capa blanca de mucha veces más de medio metro, pero nunca se quedan sin el orujo y la harina para prepara unas migas con tropezones o un pan de carrasca.

Cuesta salir a la calle y pasear por caminos helados. Cuesta pensar que estamos a una hora y cuarto de la ciudad de Murcia donde muchos de sus habitantes sólo conocen paisajes nevadas a través de la televisión.

El Sabinar es un diamante en bruto, un cornijal afortunadamente desconocido. Ojalá los murcianos sean capaces de valorar y conservar este típico lugar.

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